EL RAFI (decimonovena entrega)

Un caso distinto era la Leona, de la que ya os hablé en el primer capítulo. La Leona podía jugar con nosotros porque había demostrado ser tan rápida y ágil como el que más. Pero aún así, lo hacía en contadas ocasiones porque estaba mal visto que una niña jugara con los niños. Sobre todo jugábamos a correr (dábamos la vuelta a la manzana a ver quién ganaba); también a saltar, sobre todo a nachi poli que era un juego de saltar el potro por encima del que paraba y hacerlo de diferentes maneras. Por ejemplo, en el momento de saltar, golpear el culo del “paciente” con el pie; o caer, de culo, sobre él, intentando hundirlo, etc.

Había otro que consistía en saltar sobre el que paraba, que cada vez estaba un pasito más lejos de la raya desde donde se iniciaba el salto. El que saltaba primero, honor que se ganaba la primera vez por sorteo, y después, a lo largo del juego, saltando más que los demás, proponía el tipo de salto que se iba a hacer: nachi era saltar directamente desde el bordillo, aunque el burro estuviera a varios pasos de distancia (más de una nariz había resultado rozada al caer intentando un salto imposible) Si la distancia era ya grande, se pedía media, que era saltar poniendo un solo pie entre el bordillo y el burro. Era un salto a contrapelo, pero, permitía saltar a gran distancia. Por último, se pod´´ia proponer un bollo, que era saltar desde el bordillo, poner los dos pies juntos lo más cerca posible del burro y saltarlo. Las medias y los bollos se podían combinar y se podía llegar bastante lejos con el burro. Pero normalmente lo que se hacía era intentar desbancar al rey, intentando saltar más que él, lo que muchas veces provocaba la caída del saltador y aunque se hiciera daño, le tocaba parar… y paraba.

Inma, la Leona, superaba con facilidad todos estos juegos por lo que era aceptada sin más problemas cuando quería jugar. No recuerdo haber intentado, nunca, verle las bragas… la considerábamos un chico más.

No me extrañaría que al Rafi le gustara…

 El Rafi me decía que las niñas te obligan a pensar en ellas… “estás un rato con ellas y luego, cuando se marchan, durante mucho rato, no te las puedes quitar de la cabeza. Cuando juegas con la Inma es distinto. Puedes jugar a todo y no se queja ni te pide nada. Sólo juega y se divierte. Aunque te pelees con ella, cuando te marchas te olvidas de todo y te pones a otra cosa”.