jueves, 23 de julio de 2009

¡EH!, QUE YA HEMOS VUELTO...


EL CAMINO, EXPERIENCIA INIGUALABLE (Por Moisés González)
EL Camino de Santiago es una experiencia única e inigualable. Tan difícil de explicar (para quien la vive) como imposible de comprender (para quien la escucha), y que sólo haciendo el “Camino” puede llegar a entenderse en su totalidad.
Es como un regreso al pasado en el que carecen de sentido la distancia y el tiempo, el sexo y la edad, el idioma y la cultura, la posición y la propiedad, la imagen y el qué dirán. Donde el sol, como sucediera con nuestros antepasados, marca el devenir de la jornada. Él nos pone en marcha y es él quien nos invita al descanso. Un rayo suyo es una bendición que alegra la fría mañana, y una nube, o la brisa del viento, o una fuente de agua, nuestros aliados en las horas de tórrido calor.
La mente se ejercita con las vivencias, recupera sensaciones viejas y olvidadas, y coquetea con el presente y el futuro. Recuerda, imagina y juega, acompasada por los cansinos e interminables pasos y el monótono y seguro caer de las horas.
Desposeídas de valor y sentido, la cantidad y la abundancia, aquí solo cuenta lo esencial (humanísticamente y fisiológicamente). Alimentarse, hidratarse y descansar; relacionarse, ayudarse y convivir; reír, llorar y sufrir; escuchar, expresar y compartir, se convierten en el motor del vivir.
El “BUEN CAMINO PEREGRINO” sale del alma y brota del corazón y se transmite a través de los gestos, las palmadas, la mirada alegre y complaciente; y hace del “Caminante” un amigo y un aliado, otra parte de ti, dentro del CAMINO que lo es todo.

Saludos.

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