martes, 8 de junio de 2010

“ELEMENTAL, QUERIDO WATSON”



Nos presenta, en esta ocasión, nuestro amigo Juan Pe, algo que a todos, sobre todo a los hombres de este país, nos encanta: un hombre serio, inteligente, astuto, desgarbado...
Algo que a todos, sobre todo a los hombres, nos mosquea. A  Sherlock Holmes no se le conoce mujer. ¿O sí? Si estamos en un error, supongo que Juan Pe nos sacará de él, pronto.

         No he encontrado una introducción mejor que ésta de Juan Manuel Ibeas, en una estupenda edición de “Anaya, tus libros policíacos”, para comenzar a hablar de Sir Arthur Conan Doyle y de su más famosa “criatura” literaria, Sherlock Holmes: “Una vez más, nos encontramos con un autor británico del período victoriano, perteneciente a la generación que escribió las mejores novelas de aventuras de la historia: la generación de Robert Louis Stevenson, de Henry Rider Haggard, de Rudyard Kipling, de H.G. Wells, de A.E.W Mason, de Anthony Hope. La generación que creó a Long John Silver, al Doctor Jekyll, al hombre invisible, al prisionero de Zenda, a Kim de la India, a la bella y misteriosa Ayesha y, por supuesto, al infalible y prodigioso Sherlock Holmes, el más grande detective de todos los tiempos”.
         Las dos primeras novelas en las que Conan Doyle nos presenta al genial detective londinense, “Estudio en escarlata” y “El signo de los cuatro”, no tuvieron un especial éxito, pese a su originalidad. “La bomba no estalló –dice Ibeas- hasta que a Conan Doyle se le ocurrió la idea de escribir una serie de relatos cortos centrados en la figura del detective. La colección se tituló “Las aventuras de Sherlock Holmes” y los relatos se fueron publicando en la revista Strand a partir de julio de 1891”. A esta primera colección siguió otra no menos exquisita: “Las memorias de Sherlock Holmes”; pero Doyle se vio quizá agobiado por el éxito de su tan singular personaje y por las presiones de sus devotos seguidores, que adoraban cada una de las apariciones de su héroe. Así, en “El problema final”, último relato de la colección “Las memorias…”, Doyle pone fin a la vida de Holmes, haciéndolo caer por un precipicio en Suiza. “Si hubiera asesinado a una persona de carne y hueso –nos vuelve a decir Ibeas- la reacción del público no habría sido, ni con mucho, tan extremada ni tan vehemente. El autor-asesino se vio bombardeado por una lluvia de cartas que oscilaban de la súplica al insulto, y llegaban en ocasiones a la amenaza”.
         Doyle escribe ocho años después de la presunta muerte de su detective la que quizá sea su más famosa historia de éste: “El sabueso de los Baskerville”. “Se trataba –siguiendo a Juan Manuel Ibeas- de una expurgación de los archivos del legal Watson, no una verdadera resurrección”. ¿Quién no recuerda la escalofriante película de 1959 protagonizada por Peter Cushing?. Ante el absoluto éxito de la novela, nuestro Sir Conan Doyle se vio obligado a resucitarlo del todo, y para ello creó una última serie de relatos: “El regreso de Sherlock Holmes”, para mí la mejor colección de las aventuras del inquilino de Baker Street. El resto ya lo conocemos todos: el mito, las películas, los imitadores…
         He comenzado con palabras de Ibeas, y termino con él también: “Un perfecto caballero victoriano, orgulloso de su eficacia, de costumbres excéntricas y misántropas, increíblemente meticuloso en sus procedimientos pero desastrado en su vida privada, con un carácter inestable que oscila entre la depresión morbosa y la actividad febril, momentos estos en los que se transforma en “la máquina de observar y razonar más perfecta que ha visto el mundo””.
         Por cierto, la famosa frase; “elemental, querido Watson”, título de este artículo, no se cita en ninguna de las sesenta aventuras de Holmes… ¡cosas del cinemascope!.

Juan Pe Ruiz.

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