miércoles, 24 de marzo de 2010

CHASCARRILLO erBlons

Una mañana, el marido de Eva vuelve a su cabaña después de varias horas de pesca y se acuesta a dormir una siesta. Aunque no conoce muy bien el lago, la mujer decide salir en la lancha. Se mete lago adentro, y echa el ancla, poniéndose a leer un libro.
Viene un Guardián en su lancha, muy serio, se acerca a la mujer y dice:
- Buenos días, señora. ¿Qué está haciendo?
- Leyendo un libro- responde ella (pensando ¿No es obvio?)
- Está en zona restringida para pescar- le informa el.
- Disculpe, oficial, pero no estoy pescando, estoy leyendo.
- Si, pero tiene todo el equipo, por lo que veo, podría empezar en
cualquier momento, tendré que llevarla y detenerla.
- Si hace eso, lo tendré que acusar de abuso sexual- dice la mujer…
- Pero ni siquiera la toqué !!! – dice el guarda.
- Es cierto, pero tiene todo el equipo. Por lo que veo, podría empezar en cualquier momento.
-Disculpe, que tenga un buen día, señora. Y se fue.

lunes, 22 de marzo de 2010

DIA MUNDIAL DEL AGUA


Este año se quiere incidir en la CALIDAD del agua, que es tan importante, o más, que la cantidad.
El hecho es que mueren al año más personas por beber agua no potable que por cualquier forma de violencia.
En la web oficial de esta campaña os podéis informar sobre este evento.

http://www.unwater.org/worldwaterday/index_es.html

¡JA ES PRIMAVERA!

La nostra amiga Maribel Valldeperas, ens ha enviat aquest document, que demostra que amb originalitat els missatges dels anuncis arriben al públic, sense necessitat de ser agressius. 

miércoles, 17 de marzo de 2010

CHASCARRILLO LA TERE

Ésta sí que no para. Tere tiene un humor a prueba de crisis. Estop es lo último que nos ha mandado. Y pasado mañana se va de cena con los mejores. ¡Qué bien vives!


Son la 3 de la madrugada. Suena el timbre de la casa. Abre la puerta el dueño y al abrir se encuentra con un completo desconocido, borracho perdido, diciéndole:
- Señor, por favor, ¿me haría el favor de empujarme un poco, que... ?
El señor le interrumpe indignado:
- Pero, ¿cómo se atreve a tocar a mi puerta a las 3 AM?  Yo a usted ni lo conozco y en tres horas me tengo que levantar para irme a trabajar. ¡Deje de molestarme y váyase de mi casa!
El borracho se disculpa y se va obediente y cabizbajo. El dueño regresa a su cuarto, muy molesto; se queda insomne y empieza a sentir un poco de remordimiento de conciencia y piensa:
-¿Y si me hubiera pasado a mi? Si mi coche se quedara tirado en medio de la madrugada y nadie me ayudara a empujarle? Debemos ayudar al prójimo... ¡Sabe Dios lo lejos que estará de su casa... ¡ Hay que ser solidario!
Total, que decide salir a buscar al borracho. Abrió su puerta y ya no había nadie, no vio más que el parque de enfrente medio a oscuras, y decidió gritar:
¿ Donde esta el que necesita que le empujeeeeeeee??
En eso se oye a lo lejos al borracho:
- Aquiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!... En los columpioooossss!!!

lunes, 15 de marzo de 2010

LA MAGIA DE LEWIS CARROLL (Por Juan Pe Ruiz)


En breve se estrenará en nuestro país la última creación del director Tim Burton, una adaptación a la gran pantalla del clásico de Lewis Carroll “Alicia en el país de las maravillas”. Tengo una excelente opinión de Burton, sobre todo tras esa obra maestra llamada “Sleepy Hollow”, protagonizada por su actor favorito, Johnny Deep, y basada en el relato fantástico del jinete sin cabeza de Washington Irving. No creo que me defraude esta nueva entrega cinematográfica de “Alice´s adventures in wonderland”, que es el título original de esa singular obra escrita por Lewis Carroll, seudónimo bajo el que se escondía el reverendo Charles Lutwidge Dodgson.
            Pese a obrar en mi poder desde el año 1.990 un ejemplar de Alianza Editorial de este libro de las aventuras de la pequeña Alicia, no fue hasta hace muy poco que me decidí a leerlo. Es obvio que mis prejuicios sobre una obra de título aparentemente absurdo, escrita para un público aparentemente infantil, podían más que mi pasión por la literatura. Una tarde de lluvioso domingo, de esas que me evocan melancolía de colegial, ojeé el libro por enésima vez. Instintivamente leí el prólogo a la primera edición de 1.970, escrito por Jaime de Ojeda, y ya me colé por la madriguera siguiendo a Alicia y al conejo blanco hasta que terminé de leerlo. Mis prejuicios, como siempre ocurre en esta vida, me habían traicionado. El libro de Carroll es algo más que un cuento infantil; tiene mucho de moraleja y más aún de psicología adulta.
            Jaime de Ojeda da unas pinceladas geniales e intrigantes para animarse a conocer el mundo de las maravillas de Carroll. En tal sentido nos dice: “Su mezcla de situaciones disparatadas –y, sin embargo, significativas- y de personajes admirablemente reales no puede por menos que recordarnos a Kafka. Y, en efecto, se ha señalado repetidas veces el parecido que existe entre Alicia y “El Castillo” y “El Proceso”. La misma Alicia es testigo de un singular proceso en la Corte de la Reina de Corazones, cuyos elementos esenciales guardan un interesante parecido con los del proceso de Kafka”.
            Si pensamos que la singular Alicia es una niña inocente y tierna a la que todos los personajes que sucesivamente van apareciendo en ese mundo de fantasía engañan, nada más lejos de la realidad. Ojeda lo refuta así de contundente: “En realidad, Alicia es una revolucionaria terrible”; y añade: “No hay quien se le ponga por delante: el conejo más elegante del mundo rueda por el suelo con sus guantes, su abanico, su reloj y su impotencia; el coro vociferante de animales que puebla su mundo revela sus debilidades ante una Alicia implacable; los filósofos y científicos quedan confundidos por la insensatez de sus propias necedades; la duquesa más impresionante de la historia tiembla ante la cartulina de un naipe, y la Reina de Corazones y su séquito de cartas acaban revelándose como una “valleinclanesca” corte de los milagros”.
            Ciertamente se disfruta con la lectura de este libro mágico que es mucho más que un libro de aventuras. Me he propuesto leer en breve su continuación: “A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado”. Pero, de momento, estaré a las expectativa de lo que el bueno de Burton saque de su chistera; seguro que me encanta también.
            Concluyo con la convicción de que un prejuicio es algo anodino y, a menudo, irracional. Y con las siguientes palabras de Ojeda caen todos los que pudiera haber tenido en un principio frente a esta genial obra: “En cambio, Carroll presenta un mundo no menos opresivo y mucho más violento, incluso, que el de Kafka; sitúa en él a una niña completamente convencional, obliga al lector a identificarse con uno y otra, y ¡hete aquí que de golpe esta niña tan estereotipada –y tan odiosa- tiene el desparpajo de reducir cualquier situación a sus elementos más primitivos y crudos! -¡Oh delicia!.”


Juan Pe Ruiz.

jueves, 11 de marzo de 2010

¡ESTO ES DE LOCOS!


He recibido este chistecillo de una de mis colaboradoras:
SALUD MENTAL:

Alberto y Alicia son ambos pacientes en un hospital mental.
Un día, mientras caminaban cerca de la piscina del hospital, Alberto,
inesperadamente, saltó a la piscina y cayó hasta el fondo, donde permaneció
sin moverse.
Alicia, rápidamente, se tiró para salvarlo, nadó hasta el fondo y lo sacó.

Inmediatamente  el director se enteró del acto heroico de Alicia y
ordenó que se le diera de alta del hospital, pues consideraba que ella
ahora estaba mentalmente estable.
El director le dijo a Alicia:
-Tengo dos noticias para ti... una buena y una mala.
- La buena es que ya te dimos de alta, al meterte a la piscina y haber
 salvado la vida de otro paciente has demostrado que eres capaz de responder
razonablemente ante una crisis, por esto llegué a la conclusión de que ya
estás mentalmente sana y puedes abandonar el hospital.
 - La mala noticia es que, Alberto, el paciente a quien le salvaste la
vida, se colgó en el baño con el cinturón de su bata... momentos después de
 que le salvaras la vida. ... Alicia, lo siento mucho, Roberto está muerto.
Alicia muy sorprendida le contesta al director:
-No se colgó él.... lo colgué yo para que se secara.

martes, 9 de marzo de 2010

HUMOR DE PEDRO'S

 Y después de las nevadas... humor de Pedro's, para entrar en calor

jueves, 4 de marzo de 2010

ALGUNAS DELICIAS DE CHESTERTON


Tenemos aquí, de nuevo, al Juan Pe de los momentos más brillantes. Porque Juan Pe se pone brillante cuando habla de Chesterton. No lo puede remediar, lo adora. Lo que sí podría remediar, o no, es, como dirían las madres, lo de dormir sus horas, que luego eso se paga.

A Jorge Luis Borges le doy infinitamente las gracias por haberme dado a conocer a este sublime escritor en un ensayo incluido en su genial libro “Otras inquisiciones”. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto como lo hago ahora leyendo en vespertinas e inagotables sesiones a este inglés con aspecto bonachón. Borges escribió mucho sobre él, y en un momento dado nos dice, con esa maestría suya, que “cada página de Chesterton es una felicidad”; y yo le concedo la razón más absoluta.
Lo mejor de la extensa bibliografía de Chesterton es, para mí, la llamada “Saga del Padre Brown”, pero tiene libros estupendos: “El hombre que sabía demasiado”, “Las paradojas de Mr. Pond”, “El club de los negocios raros”, “La esfera y la cruz”, y un largo etcétera, que van conformando lo mejor de mi biblioteca.
Recientemente he leído una “Autobiografía” del autor aparecida en la editorial “El Acantilado”. En la contraportada del libro hay un comentario sublime: “Hoy, por su extraordinaria agudeza intelectual y su brillante habilidad para esgrimir la paradoja como arma de argumentación, Chesterton sigue siendo el estimulante pensador que consiguió mantener en vilo a miles de lectores”. En este artículo quiero citar dos delicias de esa “Autobiografía”, para animaros a que conozcáis a este estupendo escritor que me transmite todas esas felicidades de las que nos habla Borges.
La primera cita de ese libro nos la refiere Chesterton por un hecho traumático de su infancia: “Tuve una hermanita que murió cuando yo era niño y de la que sé muy poco porque era el único asunto del que mi padre no hablaba. Fue el gran dolor de una vida anormalmente feliz e incluso alegre, y es extraño pensar que yo nunca le hablara de ello hasta el día de su muerte. Yo no recuerdo la muerte de mi hermana, pero recuerdo haberla visto caerse de un caballo de cartón. Sé, por una experiencia de pérdida que sufrí poco después, que los niños sienten con exactitud, sin una sola aclaración verbal, el tono o tinte emocional de una casa de luto. Pero en este caso, la catástrofe grande debió de confundirse e identificarse con la pequeña. Siempre sentí que era un recuerdo trágico, como si la hubiera tirado y matado un caballo de verdad”.
En la segunda cita, Chesterton nos dará pistas de cómo inventó a su amadísimo Padre Brown, a partir de un cura inglés de carne y hueso. De esa especie de Sherlock Holmes que nos deleita en cinco colecciones de relatos breves nos dice: “Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de dar a estos tragicómicos equívocos un uso artístico y construir una comedia en la que hubiera un cura que parecía que no se enteraba de nada y en realidad supiera más de crímenes que los criminales. Después resumí esta idea en un relato, en cierto modo muy trivial e improbable, titulado “La cruz azul”, y continué con una interminable serie de relatos con los que he torturado al mundo. En resumen, me permití la enorme libertad de tratar brutalmente a mi amigo, de deformar a golpes su sombrero y su paraguas, de ajar su ropa, de golpear su inteligente expresión y convertirla en una estúpida cara de morcilla, y en general, de disfrazar al Padre O´Connor como el Padre Brown”.
Pues quiero que sepas, G.K Chesterton, que tus “torturas” han sido para mí de las más deliciosas que ha dado la historia de la literatura; que seguiré durante toda mi vida de lecturas a esos inteligentísimos investigadores tuyos, ya se llamen Padre Brown, Basil Grant, Horne Fisher o Mr. Pond; y que seguiré torturándome en mis noches de desvelo con tus singulares y estrambóticos personajes, por las mágicas líneas que tu pluma creó.

Juan Pe Ruiz.

miércoles, 3 de marzo de 2010

LA DESGRACIA DE SER JOVEN

Leído en los medios de información:
La patronal ha propuesto hoy un nuevo contrato para jóvenes menores de 30 años que supone una extensión del modelo de los becarios, ya que no incluye ningún tipo de derechos sociales para los trabajadores
Esta modalidad de contrato propuesto por la CEOE, denominado contrato de inserción social, tendría una duración de seis meses prorrogables a un año y una remuneración equivalente a la del salario mínimo interprofesional.
Los trabajadores acogidos a este contrato no cotizarían a la Seguridad Social, no tendrían prestación por desempleo ni indemnización por despido.
José de la Cavada, director del departamento de relaciones laborales de la patronalha precisado que la CEOE se mostraría "generosa" en la negociación en caso de ser aceptada esta propuesta.


Os diría, sin comentarios, pero creo que es una verdadera burla a nuestra juventud, presentar esta propuesta, que, seguramente, algunos considerarán necesaria para ayudar a salir de la crisis  a muchos jóvenes que, sobradamente preparados, se ven sin trabajo, sin proyectos y, por qué no decirlo, sin dinero para poder hacer su propia vida.
Considero vergonzoso ofrecer un contrato no basura, escupidera, a jóvenes que tendrán que acogerse  a él porque llevan muchos años preparándose (yo hablo de los que se preparan) y que tienen ahora que conformarse con contratos de prácticas (becarios) en trabajos en los que por 8 horas, o más, se les paga 300 € al mes.
Ya es bastante significativo que a este contrato se le llame de inserción social. A mí me suena como si a  los jóvenes se les considerara marginados sociales.
En fin, penoso... 
Y los Sindicatos sin mover un dedo, apalancáos, esperando que pase el chaparrón. 
Más penoso...

lunes, 1 de marzo de 2010

EL RAFI (decimoséptima entrega)


- Esta tarde, cuando salgas de la escuela, vamos a ir a la balsa el Loco.
- No - le dije- yo no voy a la balsa el Loco, me da miedo.
- Pero,  si no nos vamos a bañar…
- Ya, pero me da miedo.
- ¿Qué te da miedo? No está muy lejos. En una hora vamos y venimos. Vamos a coger cabezudos.
Con eso el Rafi me convencía definitivamente para que fuéramos a la balsa. Me fascinaba ver la metamorfosis mediante la que un cabezudo se iba convirtiendo en rana. Manteníamos los cabezudos en una lata escondida en los matorrales de la riera durante bastantes días y veíamos con ojos atónitos cómo les iban creciendo las patas con las que luego saltarían de la lata y se confundirían en la hierba.
Realmente la balsa el Loco estaba sólo a unos dos Kms. de nuestra calle, pero a mí me parecía muy lejana.  
Nunca he tenido muy claro por qué la balsa se llamaba del Loco. Las versiones iban desde lo más crudo y real hasta lo más romántico. Hubo quien dijo que, el loco, era un joven, que, despechado porque la chica a quien pretendía no le hacía demasiado caso, (en realidad le hacía más caso a otro que a él) se había tirado a la balsa con una piedra atada al cuello. Bueno, las malas lenguas decían que ya se había tirado a la balsa otras dos veces; lo que pasa es que se ataba la cuerda a los pies y se tiraba en la zona de la balsa que no cubría con lo que el efecto de ahogarse no se producía.
Otros, afirmaban que un hombre que se apostaba cerca de la balsa para asustar a la gente recibió, un día, una paliza que le propinaron los hermanos de una muchacha a la que había dado un susto. El hombre salió, ensangrentado y gritando, a la carretera, con lo que la gente que le vio pensó que estaba loco.
Pero parece que la versión más creída era la de que un hombre que tuvo un apretón sexual mientras paseaba cerca de la balsa, se paró a aliviarse y, mientras estaba luchando cinco contra uno, una mujer que se había escondido detrás de la balsa a aliviar otro tipo de necesidad, salió, subiéndose las bragas y, cuando vio al hombre con el cirio en la mano, se lió a dar gritos llamando la atención de un pastor que apacentaba sus ovejas en las inmediaciones y que acudiendo a ver qué eran aquellos gritos se los encontró a los dos medio en cueros. Otro que salió dando gritos de la zona.
Esa tarde cuando salí de la escuela y, una vez regresado a la calle con la merienda (trozo de pan y onza de chocolate) en la mano, me encontré con el Rafi en la esquina y nos dirigimos, calle abajo hacia la riera. Como siempre, el Cañete, estaba sentado a la puerta de su casa. Pasamos por delante de él sin saludarle. El Cañete y yo no éramos buenos amigos desde un día en que equivocadamente le llamé Cañizo y él, cabreado, me siguió hasta la riera, a donde iba yo a tirar la basura, y me pegó. Al parecer los niños de su escuela, para hacerle burla le llamaban Cañizo, y yo, que era un pardillo se lo llamé creyendo que era un mote cariñoso: cobré. Al parecer cuando el Rafi se enteró, se las tuvo con él.
Seguimos calle abajo hasta llegar a la riera. Cruzamos y pasamos por delante de los pisos de Montserrat sin adentrarnos en ellos para evitar ser vistos por mis tías que vivían en aquel barrio.
Una vez rodeados los pisos, teníamos que cruzar un bosque de pinos por el que se accedía a las tapias del cementerio. No nos entreteníamos demasiado en esta zona ya que nos daba bastante miedo que se asomara algún fiambre a la tapia. Poco después de rebasado el cementerio estaba la bajada, bordeada de zarzas de las que nos surtíamos de moras y llegabas a la balsa. 
Había que coger los cabezudos procurando no mojarnos la ropa, cosa que pocas veces lográbamos y teníamos que volver con las mangas de la camisa o el jersey chorreando. Esto podía suponer un interrogatorio por parte de mi madre para averiguar dónde había estado toda la tarde.
Si conseguíamos sacar del agua a alguno de aquellos batracios, ya nos podíamos volver para casa y, al llegar a la riera, buscar un sitio adecuado para esconder el botín. 
A lo largo de la excursión podíamos haber cogido algunos saltamontes, lagartijas, y, sobre todo, al volver, ya anocheciendo, algún grillo cantarín. La técnica del Rafi para coger grillos era de gran finura: localizaba, siguiendo el cric, cric característico, el agujero donde se escondía y, entonces, introduciendo una cañita de trigo obligaba al grillo a salir de su escondrijo y le echaba mano.
Ir con el Rafi de excursión siempre tenía alguna sorpresa.

NOS VEMOS…