martes, 4 de mayo de 2010

LA ÚNICA Y DISCUTIDA NOVELA DE OSCAR WILDE



Nuestro maestro de cabecera en esto de la literatura, nos hace esta entrega en la que la invitación a la lectura de esta obra maestra no puede ser dejada en el olvido. La novela se lo merece y nuestro Juan Pe, también. Oro puro…

            El más conocido “dandy” de la literatura anglosajona, Oscar Wilde, escribió una única novela: “El retrato de Dorian Gray”. Pero le bastó esa única “criatura” para granjearse a sus más acérrimos enemigos en lo literario y en lo personal. Mi tan querido Lovecraft le otorga una mención especial en su estudio sobre “el horror en la literatura”, diciendo lo que sigue: “puede dársele a Oscar Wilde un lugar entre los autores de temas preternaturales, tanto por algunos de sus cuentos fantásticos como por su vívido “Retrato de Dorian Gray”, en el que un retrato maravilloso asume durante años la misión de envejecer y embrutecerse en vez del original, que entretanto se entrega a todos los excesos del vicio y el crimen, sin merma aparente de su juventud, belleza y lozanía”. Por su parte, en una edición de la colección Austral leo que, tras su aparición en la escena literaria, “la crítica moralizante no dejó de acusar a su protagonista de ser una figura satánica, corrompida y corruptora, sin comprender que era el héroe de una novela que reflejaba la fatalidad de los románticos”. En la Inglaterra victoriana no podían concebirse tan altos grados de degeneración humana como la que el autor transmitía en su obra; ciertamente temblaron los cimientos de tan puritana moralidad. Pero, como dice Mauro Armiño en la introducción a esa edición de Austral que comento, “sería Wilde el que temblaría cinco años más tarde, cuando, durante su proceso por homosexualidad, vio citados en su contra pasajes de la novela”. Y es que Basil Hallward, el pintor que crea el estupendo retrato de Gray, llega a confesar a éste su amor de un modo desenfrenado, sin tapujos, algo que, como insisto, hizo mella hasta en los  más remotos confines del imperio británico. Mauro Armiño nos sorprende con esta cita que extrae de un comentario aparecido en el “Daily Chronicle”: “Es un relato engendrado por la literatura leprosa de los decadentes franceses, un libro venenoso cuya atmósfera exhala los olores mefíticos de la podedumbre moral y espiritual, un estudio complaciente de la corrupción mental y física de un joven lleno de frescura, de belleza y esplendor que, de no ser por su frivolidad afeminada, habría podido ser horrible y fascinante”. Demoledor, a mi juicio, este comentario que, obviamente, no fue el único de una serie de ataques furibundos contra Wilde. En mi opinión, la prosa y el estilo de Wilde no son los de un Chesterton, un Baroja o un Azorín, pero ésta su única novela tiene una fuerza impresionante; y leída en nuestro tiempo y en nuestra sociedad, no podemos más que aplaudirla, por su valentía en unos momentos de intransigencia hacia cualquier corriente liberal y no digamos tendencia sexual. Acabo con este comentario del propio Wilde hacia su libro, que también cita Austral, en el que aprecio algo de vanidad y mucho de resentimiento: “Venenoso si ustedes quieren, pero no podrán negar que también es perfecto, y la perfección es la meta a la que apuntamos nosotros los artistas”.

Juan Pe Ruiz.

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