lunes, 13 de febrero de 2012

“EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS”, DE JOSEPH CONRAD

No creo que las salvajadas que el hombre blanco, rico, realiza en los países que hoy en día coloniza, sean menos atroces que las que narra Joseph Conrad, querido Juanpe. Siempre vamos a parar al mismo principio: “homo homini lupus est” (la madre que lo parió).
Os dejo con este ensayo de Juan Pe:

Queridos lectores, hoy os presento la obra cumbre de otro escritor de aventuras y viajes, Joseph Conrad. Conrad (1857-1924), nacido en Ucrania y criado en Polonia, consiguió en 1884 la nacionalidad británica, y fue el inglés el idioma que eligió para escribir sus obras, destacando entre ellas “Lord Jim” y la que hoy tengo el gusto de comentar: “El corazón de las tinieblas”.
                        Conservo dos ediciones de ella: una de la Editorial Valdemar, que comprende, además, los relatos “Juventud” y “En las últimas”, y otra de la Editorial Mondadori, con unas escalofriantes ilustraciones de Tià Zanoguera.
                        Para comprender un poco esta singular obra hemos de leer antes la contraportada de Valdemar: “Como narrador, Joseph Conrad sintió la necesidad de transmitir toda la poesía de un  mundo que se desvanecía, el mundo de la navegación clásica, de los veleros y la aventura, de las últimas grandes exploraciones, del color local que podía hallarse en aquellos rincones donde no había llegado ningún explorador blanco a “fisgar”; y todo eso quiso hacerlo sin ocultar que ese mundo, todo el mundo, era brutal y despiadado, que estaba sometido a las leyes inflexibles del mercado, al prosaísmo del rendimiento del capital, a la arbitrariedad despótica de los poderes locales y los imperios. De este conflicto nace una de las reflexiones más ricas sobre la condición humana, sobre sus límites y aspiraciones”.
                        Por su parte, la contraportada de Mondadori nos acerca más al argumento de la novela: “”El corazón de las tinieblas” cuenta el viaje que Marlow hace a través del río Congo en busca de Kurtz, el jefe de la explotación de marfil que, al parecer, ha cruzado la línea de sombra que separa el bien del mal y se ha entregado con placer a las más terribles atrocidades. Reflejo de las desastrosas consecuencias del imperialismo y de las posibilidades del mal, “El corazón de las tinieblas” se ha leído a veces como un texto casi profético de los horrores del Siglo XX”.
                        Destaco, de igual modo, los prólogos de cada una de las Editoriales citadas. Porque soy de la opinión que toda obra que contemple un buen prólogo es una buena lectura. El de Valdemar es un extenso estudio llevado a cabo por Dámaso López García. El de Mondadori de Juan Gabriel Vásquez, más escueto, pero no por ello menos clarificador de la obra de Conrad. Vásquez nos dice, entre otras cosas, lo que sigue: “No. “El corazón de las tinieblas” no es una novela política, aunque sea política en algunos de sus múltiples e inagotables niveles de lectura. Mucho menos es una novela de pretensiones realistas, y eso lo entendió muy bien Francis Ford Coppola cuando creó, basándose en ella, esa vasta fantasmagoría fílmica que es “Apocalypse Now””. Por su parte, Dámaso López nos dice lo que sigue: “Aproximarse a “El corazón de las tinieblas” no es asunto fácil, en buena medida porque es uno de esos relatos fieles a un principio de construcción engañosamente sencillo que, sin embargo, saben albergar lo que es central en las preocupaciones del hombre contemporáneo; en este relato la búsqueda escrupulosa en el territorio más íntimo de lo que constituye la humanidad ofrece como resultado, de forma paradójica, que la humanidad funda sus pretensiones en una mentira, o en la ausencia más completa de sentimientos humanos”.
                        Relato denso, oscuro, como su propio nombre indica, con una prosa estupenda, repleta de excelentes adjetivos, como a mí me agrada; un libro que no dejará indiferente a quien lo lea. Conrad aprendió el inglés con veinte años, pero tomó buena conciencia, a mi juicio, de lo que la palabra “Darkness” significa, porque las tinieblas del viaje de Marlow no sólo lo son a los confines del río Congo, sino, como bien apuntan los prologuistas citados, a la esencia más ruin de la condición humana.

Juan Pedro Ruiz.

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