viernes, 27 de mayo de 2011



El problema del acoso escolar se va haciendo cada día más patente en los colegios españoles. Hace una década veíamos en las películas, sobre todo americanas, como unos pre-adolescentes atacaban con violencia a otros compañeros, generalmente más débiles, de su colegio. Aquello nos parecía horrible, pero lo veíamos de película. No acabábamos de creérnoslo o lo veíamos como un efecto de una sociedad disoluta, sin valores.
Hoy, el acoso escolar, el bullying, ya es un problema real, muy preocupante en nuestro país. Tanto los profesionales de la educación como los psicólogos están alerta para detectar y poner remedio, en lo posible, a este fenómeno.
La detección a tiempo es la fase más efectiva, pero más difícil de realizar. El acoso es, a menudo, realizado de forma sibilina, muchas veces sin violencia física, a veces sin otra intención que la de pasar un buen rato, gastando bromitas, pero el daño que se produce al agredido es tan grande, que cuando se hace patente a los ojos de los educadores, el daño suele ser irremediable.
¿Cómo podemos detectarlo y evitarlo?
Éste y otros artículos de actualpsico sobre el mismo tema, además de la abundante bibliografía sobre el problema pueden hacernos conscientes del peligro que esa sociedad disoluta que criticábamos a los americanos, a los ingleses o a los franceses…
Sabemos que nuestros hijos se crían faltos de valores y sobrados de riquezas. Sabemos que la cosa no va bien, pero ¿por dónde empezamos?
Como siempre, la información, el interés por conocer el tema, la convicción deque todo tiene la importancia que le queramos dar, pero que no debemos vivir de espaldas a los problemas y debemos estar atentos para evitarlos en lo posible.
En los comentarios al citado artículo de actualpsico hay uno que da muestra del interés que despierta el mismo. Dice así:

Yo sufrí bullying tanto al interior de mi aula como en la movilidad que me llevaba a la escuela a los 7 años, me insultaban, me ofendían, me miraban mal. Todos los días rezaba antes de ir al colegio pidiendo que no pasara más. Se repitió durante los nueve meses de clase. No quería preocupar a mis padres hasta que tuve que decirlo todo. A esa edad, era la mejor de mi clase, una de las más altas y en mi país racista una niña considerada bonita. A veces tenía terror y no quería ir al colegio. sin embargo, nunca bajé mi rendimiento, creo que Dios y mis padres me ayudaron mucho para que en ese momento no me intimidara la conducta agresiva de esas personas. creo que deben hacerse muchas acciones de prevención y sanción del bullying. Ahora me he enterado que la mayoría de las personas que me acosaban tenía una vida familiar terrible, su agresividad contra mí era la forma que encontraban para desfogar su frustración. No es justo que más personas sigamos sufriendo por los efectos de una sociedad destructiva que fomenta los impulsos agresivos.Lo que yo pasé no se lo deseo a nadie lo que si quiero es que más personas no lo pasen y que los padres se miren a sí mismos para darse cuenta cuando están formando un agresor o agresora.

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