lunes, 13 de diciembre de 2010

PROFE Y AMIGO

Me manda Juan Pe una nueva poesía suya y encabeza su mail diciendo: "Buenas, profe y amigo". ¡Qué bien suenan esas palabras a oídos de un maestro! ¡Qué bien debían sonarle también a nuestro amigo y también maestro, Antonio Machado. 
Recuerdo cuando en las clases de literatura les hablaba de Machado, leíamos y escuchábamos en la voz de Juan Manuel Serrat sus poesías y, creo que allí iban descubriendo mis alumnos el valor y la magia de las palabras, que llegan primero al oído y después al corazón.



MI PEQUEÑO HOMENAJE A MACHADO (Por Juan Pe Ruiz)
            Hace muchos años, siendo yo un imberbe muchachito, escribí un poema dedicado a Don Antonio Machado, mi poeta favorito. Comenzaba así: “Eres tú, soriano Machado, el andaluz que un lejano día supo inspirar el terco hado productor de mi pobre poesía”.  Como se verá, existe un juego sutil de palabras, ya que Machado no era soriano, sino sevillano. Recordemos esos versos fantásticos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en campos de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero”. Pero esos años en Soria, donde se casaría con Leonor (infinidad de años menor que él) y donde la enterraría al muy poco de ello, inspiraron sus versos más queridos para mí. “Campos de Castilla” es quizá su obra más universal, pero yo me quedo con “Soledades, Galerías y otros poemas”. Este “soriano” Machado, pues, fue quien inspiró el hado de mi poesía, cuando leía sus poemas en un rincón de la Biblioteca de la Caixa de Sabadell (siempre he sido un ratón de biblioteca), y allí, en aquellas tardes de lectura sin fin, me enamoré, como diría el maestro, de sus “marmóreas tazas”,  del “viejo atril”, del “Cupido de piedra”, de los “llantos de las fuentes”, de las “hojas amarillas y los mustios pétalos”, de las “colinas plateadas que lame el Duero”, de esa “tarde cenicienta y mustia, destartalada, como el alma mía”; en fin, de ese hipocondríaco (como yo), “ligero de equipaje” y “siempre buscando a Dios entre la niebla”.
            Así, en mi adolescencia machadiana, surgió esto, que espero os guste:
Eres tú, soriano Machado,
el andaluz que un lejano día
supo inspirar el terco hado
productor de mi pobre poesía.
Tú eres, lejano, callado, alto
Machado, el palpitar de agonía
que en mis venas corre turbado,
llevando amor y melancolía.
En el alba que nace amado
estás tú, soriano Machado,
con tu perfume… lejano, abril,
abre sus flores color carmín.

Juan Pe Ruiz.

4 comentarios:

  1. Estupenda introducción, profe y amigo. Claro que recuerdo aquellas clases de literatura; de ahí me viene la pasión por ese arte. Y Machado, siempre Machado, porque, para mí, nadie ha escrito poesía como él. Toda mi faceta de poeta viene inspirada en Don Antonio... gracias, maestro... y a ti, profe, por inculcarnos tan grandes valores.

    ResponderEliminar
  2. Arturo dijo:
    Leyendo tus escritos me doy cuenta de que soy un envidioso, envidioso por no poder decir lo que dices y de la forma que lo dices, ojala me hubiese gustado la literatura como a vosotros. Yo conocí a Machado por Joan Manel Serrat.
    PERO TE ENVIDIO

    ResponderEliminar
  3. Joder, Arturo, que hoy en día el amor no se estila. O es que no lees los periódicos...

    ResponderEliminar
  4. Arturo, amigo mío, no me tengas envidia, por favor, porque no soy más que nadie, faltaría más. Piensa una sola cosa: para ser poeta hay que sufrir mucho, como lo hice yo de adolescente. Tal vez tenga yo envidia de otras adolescencias menos literatas... Por tu sinceridad te valoro, pero, como insisto, nada de envidia, por favor. Y nunca es tarde para amar la literatura... un fuerte abrazo

    ResponderEliminar