lunes, 4 de enero de 2010

IRLANDA, EN REALIDAD II. (Por Daniel Orta)



Por Daniel Orta
Qué mejor manera de celebrar el Año Nuevo que con un buen trago, y de eso los irlandeses saben un rato.

Hablemos de una cerveza, posiblemente una de las más conocidas a nivel mundial, quizás respetada por su gran carácter, quizás temida por su densidad y color intenso, quizás repudiada por su amargura y peso, quizás huida por su gran medida una vez servida, quizás despreciada por su distancia a nuestra tradicional rubia, quizás descartada por no encajar en nuestra cultura de olivas y cañita, o quizás esquivada por el temor a una resaca mal llevada.
Se trata de una cerveza de las tradicionales Stout, negra y cremosa. Una cerveza que se produce en 50 países, entre los cuales se encuentran: Nigeria, Malasia, Camerún, Hong Kong y Ghana. Y por supuesto Irlanda, en Dublín, en el mismo centro de la ciudad, una factoría que fue fundada en 1759 en la calle Saint James, un lugar impresionante y lleno de historia, donde las antiguas chimeneas rebufan humo y esparcen el olor del tueste de la cebada. Un olor que, especialmente aumenta, en fechas como San Patricio y Navidad, cuando la producción anda a su máximo gas. Personalmente tuve la suerte de trabajar ahí, a mí llegada a la isla esmeralda, hace ya 10 años, y ese fascinante aroma se me quedó grabado para los restos, así como las ganas y el ímpetu que todos los trabajadores demostraban al producir la GUINNESS. Un producto que, más que una mera cerveza, es un orgullo nacional (1) y una bandera que les acompaña allá donde van.

(1) Debería decir, “casi nacional”, ya que como en muchos otros sitios, existen los separatismos y los que no la consideran suya, por ejemplo:
En la región de Cork se produce la Murphy’s, una Stout de cualidades similares. Dos cervezas muy parecidas y enfrentadas por la política.
Normalmente el ciudadano de Cork, que no está de acuerdo con el poder dublinés sobre el país y, que bebe Murphy’s por militancia, nunca beberá la cerveza rival, cuestión de principios y de “defensa de la Terra”. Incluso el pub que sirve la primera, nunca servirá la segunda y viceversa.

Recordemos a aquel turista que llega a Irlanda con la intención de captar todos aspectos característicos que difieren a los irlandeses del resto de europeos, pues bien, lo primero que hace es abrir las puertas de cualquier tradicional pub y asombrarse de la cantidad de tiradores de cerveza que cohabitan en la barra. Y claro, la GUINNESS, siempre está ahí presente.
En Jordi, con su inglés del Home English:
-GUINNESS, please.
-No problem.
El camarero coge un vaso, del tamaño de una pecera (algo así como medio litro), y empieza el ritual de, “the perfect pint”, la pinta perfecta:
Sitúa el vaso bajo el tirador con un ángulo de 45°, y dispone un 80% de la pinta, el líquido que va saliendo del impoluto tirador es de color blanco, lo que deja perplejo a en Jordi. El “waiter” deja el vaso sobre la barra, durante un tiempo, a todo esto el de Lloret de Mar se queda extasiado viendo la reacción, la actividad y el cambio brutal de color que ocurre dentro del recipiente. El camarero finaliza la operación colmando el vaso hasta que casi se desborda.
Según los estudiosos y perfeccionistas del asunto, este proceso debe durar 119 segundos!
Ahí se paga, entre los 4,50 a 5,50 euros, se espera unos segundos hasta que el brebaje está completamente sentado, y ya podemos disfrutar del maravilloso néctar irlandés.
Apreciemos la espuma: es tan densa que podemos trazar con el dedo lo que se nos ocurra, una cara sonriente, nuestra inicial, se mantendrá ahí hasta que nos la acabemos, incluso podemos enumerar las pintas conforme nos las vayamos tomando…
Se sugiere ser rapidito para que no se “duerma” y pierda su potencia.
En el tema GUINNESS no hay medias tintas, o te gusta o la odias, su sabor intenso y recio, definitivamente divide las masas.

erDani... to be continued.

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